Foto: Ángeles Giraldos

Foto: Ángeles Giraldos

Entrevistamos a Ángeles Giraldos, la increíble artista que es capaz de convertir un vulgar tapiz en una obra de arte.

¿Cuándo y cómo descubriste que el arte debía ser tu forma de vida?

Uno nunca sabe muy bien cual “debe ser su forma de vida”. Descubrí los tapices de forma “casual”. Mi intención era hacer un curso de informática. No había plazas y me llevaron al taller donde se tejía. Cuando vi aquello, pensé que yo estaba tan enredada en nudos, como aquellos hilos y me llamó la atención, sobre todo la parte de atrás del tapiz, donde las lanas y las sedas caían sin lógica aparente, pero con belleza desigual.

Descubrí que me sentía bien tejiendo, que los hilos, las lanas, etc… me ayudaban a sacar esa parte mía oculta  a mí misma y al mundo y a escapar de lo prosaico de la vida. Supongo que eso  fue y es lo que me hace seguir tejiendo, pintando o escribiendo… El arte no es mi forma de vida, sino mi forma de evitar que la vida me duela en exceso.

 

¿Te sentiste apoyada cuando tomaste la decisión de ser artista?

Es curioso. Nunca he tomado la decisión de ser artista, sino de intentar ser yo, y el arte me ayuda para ello. Además, la palabra artista tiene cierta connotación “elitista “con la que no me siento cómoda. A mi me gusta verme como una trabajadora. En cuanto al apoyo, bueno, la “gente sensata” te dice que la vida no va por ahí. Otras personas, las que me conocen mejor, saben que precisamente por eso yo voy por ahí. En el lugar donde me forme la despedida fue tan lamentable y la crítica a mi intento de innovar tan constante, que de alguna forma me dio ánimo para luchar más por lo que yo creo que es mi forma de expresión. En este mundo, a veces, y por desgracia, un cierto desprecio o desaprobación a lo que uno hace es la aprobación más segura.

No creo que  los apoyos nos deban venir sólo de fuera. Uno debe apoyarse en lo que sus entrañas le dicten. Sí ha habido personas que me han apoyado. Quiero agradecer a las galerías de Internet y a las demás que han expuesto mi trabajo. Sobre todo a Foco y a Arte-directo, que fue la primera galería que expuso mi obra en la red. Le agradezco a él su apoyo, y a todas las personas  que me  han animado y, por qué no, también a las que me han puesto la zancadilla. Una zancadilla en el suelo  a veces se convierte en un empuje de lo alto.

¿Quienes han influido en tu formación y vocación como creadora artística?

Sin duda, la vida. Se puede nacer con cierta predisposición para una cosa o para otra, pero cuando la vida nos estruja los planes o los tuerce, pierdes aquel puesto “fantástico de secretaria” o las penas no encuentran camino. Yo me meto en mis trabajos y me pierdo en ellos y allí parece que lo prosaico se vuelve más soportable, menos indigesto. El recuerdo también es importante. No tengo muy claro que significa eso de “la vocación”.  A no ser que quiera decir ser uno mismo.

El conocer la obra de Grau Garriga, a través de  su sobrino, que muy amablemente me la facilitó, fue una apertura a la experimentación dentro del tapiz clásico, que yo necesitaba, porque me resultaba demasiado purista lo que había aprendido. Lo que sí es cierto es que lo que se ha leído o la pintura que se ha admirado, o la propia vida  bien mirada son la mejor formación. Al final todo está creado, sólo recreamos con más o menos acierto. Tengo la sensación de que mucha gente lleva un artista dentro y que en algún caso surge por una chispa que lo enciende, que puede ser cualquier casualidad.

Si tuvieras que decir en palabras el mensaje que intenta transmitir tu obra ¿cuál sería la frase?

Ahí están mis vísceras, mi corazón deshilachado, mis penas remotas, mis recuerdos. Esa parte mía poco acompasada al mundo y que le encara mejor. Entre hilos tejidos en la urdiembre de las entrañas.

¿Qué sientes hacia tus creaciones, qué valor les das o qué suponen para ti?

Bueno, depende. No todos los trabajos son iguales. En algunos he puesto más tiempo, más esfuerzo, más trabajo y lógicamente los valoro más. Se podría decir que hasta los quiero. Son un trozo más o menos largo de mi vida. Ya lo dijo Cervantes: “Uno es hijo de sus obras”. Eso supone darle paternidad a lo que uno hace. Tapices como: La Resurrección, que trabajé sobre cartón en blanco y negro, e hice toda una interpretación del color o, como La interpretación de Sorolla, en el que quise plasmar el color del mar, que por parte de mi padre llevo en las venas. Son para mí especialmente queridos. Los otros trabajos también, porque cada uno representa un momento de mi vida, de mis sentimientos. En estos otros tapices me he sentido más libre al trabajarlos, porque los he realizado sin cartón, eligiendo yo el tema, los materiales… y probando nuevas técnicas como la incorporación del metal en el textil.

¿Qué metas tienes a nivel artístico?

Me gustaría poder vivir de este trabajo, quiero decir comer y, si es posible, bien (risas). No pretendo que lo que yo hago sea admirado, como si se tratará de uno de los pocos genios que han pasado por la historia… Sé dónde estoy y, creo, dónde piso. Sí me gustaría crear o participar en alguna escuela del tapiz , que innovara o buscara formas diferentes de expresión dentro de este arte. Sería muy interesante para mí, y creo que también para  la gente que se dedica a  la creación del tapiz, crear un lugar donde se pudiera compartir y aprender nuevas formas de realización  e incluso mezclarlo con la pintura, sin dejar lo clásico de su realización. Me resulta bastante lamentable el lugar tan relegado que tiene el tapiz frente a la pintura. Pero, sobre todo, me interesa que mi trabajo sea mío, sin tener que ajustarme a modas o a lo supuestamente adecuado.

¿Crees que los recursos que ofrece Internet a los jóvenes artistas, como comunidades, redes sociales, blogs… te pueden acercar más a tus metas?

Verdaderamente, Internet ayuda mucho a la difusión del trabajo  de los artistas y a la comunicación de unos con otros. Pero eso no nos puede hacer perder la parte humana de todo esto. No podemos acabar siendo los creadores perdidos entre los cables, que en el romanticismo se perdían por las calles. Hay que intentar que Internet sea una vía, pero no el fin. Hay que concretar en el mundo real las oportunidades que da este medio, que puede llegar a ser algo frío y despersonalizado.

¿Qué es arte para ti? ¿Por qué creas arte?

Buena pregunta. Arte es vivir. Lo otro es crear o dedicarse a algo, pero, si se despega de la vida, de nuestra forma de ver el mundo… no le encuentro mucho sentido. ¿Por qué creo “arte”? Pues porque es parte de mi forma de vivir  y espero que de aportar algo interesante al mundo. En una época en la que se destruye continuamente y sin mucho sentido, la creación no es más que una forma de revelarse contra la destrucción.

 

TAPICES ÁNGELES GIRALDOS BECERRO